martes, 21 de julio de 2009

Taxi

Todo mundo quiere un automóvil. Es una de los artículos modernos que más status le da a una persona (si el auto es bueno, si es un Fiesta o un Chevy, obviamente el status solamente será entre tu familia, suponiendo que no te lo hayan regalado o se lo hayas comprado a tu tío el que compra y vende carros), y además está el hecho de que, en la sociedad actual, llena de neuróticos, menopaúsicas, adictos a la cafeína (¿cuántos de ustedes se meten Red Bulls y similares para ir al trabajo y llegan con el ánimo alterado? ¿Se imagina andar así DIARIAMENTE lidiando con el horrible tráfico moderno en máquinas de destrucción andantes?) y demás fauna nociva que pulula en las ciudades, incluso en una de tamaño mediano, la verdad es que el automóvil se ha convertido, de repente, no sólo en símbolo de posición social y económica y ettcétera, sino también en moderno equivalente a portar una espada en la España del Siglo de Oro: puedes no saber usarlo precisamente (mujeres, conductores de transporte público y adolescentes con mucho dinero y cero sentido común y espacial entran en esta categoría), pero lo traes porque te da seguridad, crees que te da control y en general te hace ver bien... aunque sea barato o lo que sea. Hey, es una espada/carro. Status y poder, gente.

Yo en lo personal prefiero los taxis. No quiero decir que la sensación de control que tienen TODOS los que manejan es ficticia. Pero, ¿se han subido a un taxi después de un verdadero mal día? Los taxis son relajantes, son espacios donde el mundo exterior parece simplemente no penetrar. Cierras la ventanilla, le das el cortón al conductor (que como NO suele ser dueño del carro, no te anda presumiendo que tan chingón es por andar manejando un Vocho), sacas un libro, un periódico, lo que sea, y adiós problemas, hasta llegar a tu destino. O si vas con alguien, platicas, y te olvidas de que vas en un auto.

¿Manejar? No te permite ver el paisaje. Los vendedores se te acercan específicamente a ti vendiéndote cualquier payasada, queriendo ensuciar tu parabrisas o pidiéndote dinero para quién sabe qué causa perdida. Y hablando de perderse, con un taxista te puedes perder pero de que llegas, llegas. ¿Cuándo fue la última vez que no llegaste a un lugar por tu obstinación de querer demostrar a huevo que manejas (yeah, ya todos sabemos eso... desde hace diez o quince años...). Y ni hablar de que no puedes leer, mirar el paisaje, conversar y relajarte un rato de las presiones de tener que controlar todo en tu vida... hasta el camino que sigues para ir a trabajar.

Por eso digo que los carros simplemente son objetos de arte para admirarse. Cuando tenga un Mustang o algo así, lo tendré en el garage. Coz I'm THAT weird.

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