viernes, 26 de marzo de 2010

Rant de cine: Inglourious Basterds

Una razón por la que no había visto esta película hasta ahora es que me he dado cuenta que, aún siendo cinéfilo (whatever that shit means these days) es que le he perdido el gusto al ir a una sala de cine. No malinterpreten esto: sigo disfrutando sentarme en la oscuridad y ver una pantalla gigante. Sólo es que todo lo que rodea a eso ha perdido su encanto para mi, al grado de llegar a arruinar la experiencia. Gente idiota hablando, precios ridículos, con la oferta incluida para los crédulos entre IMAX, 3-D o como aqui en el changarro que está enfrente (Perichuchu) que hasta tienen para mojarte y shites. Y es que ver cine en casa tiene sus ventajas. Puedes hacerte tus palomitas a tu gusto, poner pausa para ir al baño, y la gente que está al lado haciendo comentarios tontos al menos está relacionada contigo de alguna forma.

Anyway, rants estilo Scrooge McDuck para otro día. Vi Inglourious Basterds. LA (enfásis musical) movie de Tarantino. Death Proof no la vi porque, sinceramente, la premisa se me hace muy salida, aún para él. Sin embargo, desde los tiempos de Kill Bill, con la información filtrada en Internet, ya pensaba yo que la idea básica de Basterds era muy buena: una especie de homenaje al cine bélico clásico, que tuvo a algunos de los actores más badass de todos los tiempos en sus cintas: Charles Bronson y Steve McQueen (The Great Escape), Sean Connery y Michael Caine (A bridge too far), Anthony Quinn y Gregory Peck (The Guns of Navarone) pero sobre todo, el gran Lee Marvin en el súper clásico The Dirty Dozen.

Inglourious abreva de todas estas cintas (y del cine bélico europeo también) en el sentido que sabemos todos cómo se aplica ese verbo a una película de Tarantino. Siempre mejor guionista que director (aunque yo sostengo que un guión de Tarantino sólo lo puede dirigir Tarantino, de cualquier forma) l'enfant terrible no niega su escuela: ahi está la misión suicida, los británicos graciosamente correctos en medio del caos, el comando de expertos y/o desesperados (badass silencioso y efectivísimo para matar nazis incluido), las emboscadas espontáneas, las vueltas de tuerca inesperadas y cero credibilidad histórica, aunque creo que en este caso todos esperábamos eso.

Inglourious Basterds funciona gracias a eso. Su guión está construido cuidadosamente para NUNCA darle al espectador lo que espera, aunque en este caso funciona bajo la premisa que explica Poe a través de Dupin en el cuento "La Carta Robada": lo más evidente es generalmente lo que más pasamos por alto. Los momentos de suspenso se alargan de forma inteligente a través de los diálogos, siempre la especialidad de Tarantino. El espectador espera los desenlaces clásicos, heroicos o trágicos, y a cambio recibe una cachetada de scriptwriting cada 10 minutos. En una escena en particular esperamos la aparición de un artilugio horrible y aparece el más prosaico de los objetos de uso personal. Esperamos el éxito de uno de los tantos planes e improvisaciones desesperadas que hacen los protagonistas para descubrir que tenía necesariamente que haber alguien que lo eche a perder todo. Y lo mejor es que a la manera de las historias de detectives, Tarantino nos da todas las pistas para que adivinemos el desenlace de cada situación en particular. Sin embargo, el espectáculo visual es tan bueno que sólo nos dejamos llevar.

Y es que al fin, al menos por momentos, hay un gran estilo en la dirección que roza, algo paradójico en Tarantino, una originalidad sorprendente. Ésta no es, en mi opinión, la Segunda Guerra Mundial a través de los ojos de Tarantino: es la mejor ficción popular de ese hecho histórico remixeada; un asalto sensorial efectivo y bien hecho, donde el director incluso se da el lujo de usar (y homenajear) diferentes estilos para cada una de las tramas principales. La historia de Soshanna es tremendamente europea en su concepción, haciendo guiños a la tan amada (al menos por Tarantino) Nouvelle Vague, pasando por la Nueva Ola Checa y el cine de propaganda germano. Es clásica, elegante, aunque en mi opinión carente de un fuerte componente emocional. Kill Bill tuvo un personaje vindictivo memorable en The Bride. Con Shosanna no hay nada de eso, y a lo largo de la cinta, a pesar de la brillante actuación de Mélanie Láurent, lo único que mantiene vivo el interés en su historia es la espera por la consumación de su venganza, con un plan que, dicho sea de paso, nace de la casualidad, en contraposición al recorrido que hace -de nueva cuenta- The Bride.

La historia de los Basterds es diferente en estilo. Mucho más "tarantinesca", el espectador realmente siente una conexión con estos personajes, si no por su realismo (inexistente) o su origen, al menos sí por su imparable chingonez. Los judíos, para quien no ha visto Munich, no ha oído hablar del Krav Maga o la Mossad, o siquiera haya abierto un libro de historia, son la gente más cabrona del mundo cuando los provocan, y todos sabemos que la especialidad de Tarantino es retratar gente cabrona haciendo cosas cabronas. La ya famosa escena de los batazos hace que Tarantino se imponga un nuevo estándar al retratar la violencia exagerada, encontrado al fin un punto medio entre lo absurdo y estrambótico y lo realista y grotesco. Los nazis (cuya "trama" ocurre principalmente dentro de la historia de los Basterds) son también representados de esta forma, destacando especialmente (entre los personajes históricos) la interpretación de Goebbels, cuya fama de "Don Juan" ridículo es mostrada de forma auténticamente caricaturesca, con los giros, ajustes y exageraciones necesarios para que encaje en la narrativa típica del director.

Sin embargo, el nazi que se roba el show es el Coronel Hans Landa. Es el villano que a todo mundo le gusta ver, onda Joker. Culto, inteligente, psicópata, cómico en el sentido absoluto del término, es el verdadero protagonista de la cinta. En una cinta llena de personajes exagerados, él es el más humano, siendo los giros y actitudes del personaje tan peligrosamente sorpresivos, intrigantes y azarosos que uno no puede pensar un robot estereotipado detrás de su concepción. Justo como Jules Winfield, Landa sin ser el prota, se roba toda la cinta.

Y ahora que traemos a colación a Pulp Fiction, tal vez pensarán que, para mi right here right now, ya con algunas cosas buenas dichas acerca de Inglourious Basterds, es si bien no la segunda llegada del Mesías, al menos si una muy buena película.

Bueno, el clímax APESTA.

Me refiero al momento que estamos esperando toda la movie. El grand finale. La cereza del pastel. Cualquier otro remoquete hiperbólico para nombrar al momento en que se supone que la trama ata sus cabos sueltos. No importa que lo que siga dure cuarenta y cinco minutos más. Se trata más que nada de explicarle las cosas a los lerdos y ponerle punto a la narración. Y aquí, en una cinta que construye brillantemente una realidad paralela de una visión de por si artificiosa de la Segunda Guerra Mundial, el clímax es infantil, autocomplaciente y totalmente gratuito. Sí, es inesperado en cierto sentido (no quiero describir aquí el final por aquello de los spoilers), pero eso no significa que sea bueno, inteligente o ya de perdida lógico. Ya sé que pedir lógica en una cinta de Tarantino es idiota, pero , vamos, ¿era mucho pedir un clímax que no pareciera que pertenece a una película de los Almada?

No se que clase de comentarios despierte este rant (para mis usuales fans), pero no crean que ahora soy Tarantino Hater. Sólo es que yo realmente he crecido con el tipo, al contrario de muchos que vieron Pulp Fiction cuando tenían quince (pero hace cinco años) y ya se dicen sus fans de toda la vida (o más chistoso aún, "conocedores"). Para mi, el tipo ya no es sorprendente en el sentido adolescente del término. Y por eso creo que tengo el derecho a exponer razones para decir que noventa por ciento de Inglourious a pesar de su muy mal clímax, probablemente sería la tercer mejor cinta de Tarantino (Reservoir Dogs se ve ya muy, muy lejana) y vale simplemente por ser la primer cinta (puesto que ya se habia hecho esto en cómics, videojuegos, etc) que realmente aborda la guerra más horrible que el mundo haya tenido a partir de la óptica de la verdadera cultura pop. Si eso es bueno, malo o erótico, ya lo veremos después.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Cuando tu boca corre antes que tus piernas...

La eliminación del Real Madrid en la UEFA Champions League es un buen pretexto para hablar de algo que he querido desde hace tiempo, y que no encontraba la forma de decirlo.

Kaká, mediocampista del Real y de la selección brasileña y considerado uno de los mejores jugadores del mundo, ganó todo lo que se puede ganar con su anterior equipo, el Milan. La Serie A y la súper copa italianas, la UEFA Champions League y la Súper Copa europea, además de ser nombrado jugador del año en 2007. El equipo rossonero prácticamente giraba en torno a él, era el ídolo de la gente e incluso declaró famosamente que quería "envejecer" en el Milan y soñaba con llegar a ser capitán algún día.

Pero entonces, apareció el Real Madrid y su costumbre de comprar jugadores caros y probados a cualquier costo. Costo aparte (70 millones de euros por el jugador), quién sabe cuáles habrán sido las mañas, arreglos y demás que habrá tenido que hacer el Real para quedarse seis años con Kaká. El tipo llegó a España con una expectación sólo superada por la de Cristiano Ronaldo, e inmediatamente comenzaron los reportes que daban por hecho una nueva era dorada en el Real.

Bien, aunque hoy van primeros en la liga (empatados en puntos con Barcelona, sólo adelante por diferencia de goles), Kaká al parecer no se ha adaptado al cien al equipo capitalino, o al menos no es tan genial como lo era en el Milan. Mientras éstos dicen que la venta de su última gran estrella fue por motivos económicos, uno debe preguntarse que orilla a un hombre a abandonar una nave en la cual afirmaba que quería estar por siempre. ¿Fue dinero? ¿La perspectiva de ganar más honores con un equipo diseñado a base de billetazos para lograr eso? ¿Simplemente deseo de moverse? Sólo él lo sabe, pero seguro que ahora muchos hinchas del Milan han de estar riéndose del mediocre desempeño que la estrella carioca ha tenido con los Merengues, el cual ha alcanzado su nadir con la eliminación, por sexto año consecutivo, de la Champions en octavos de final.

Yo no sé que pase por la cabeza de Kaká ahora, pero hasta ahorita, creo que es mejor no haber abierto la boca. El fútbol es ahora más negocio y espectáculo que deporte, pero me parece que no puedes traicionar tus palabras sin esperar consecuencias luego. No sé en qué consista, si sea el destino, simple equilibrio de fuerzas en el universo, la ley de la vida o qué sé yo, pero es el mismo caso de Omar Bravo con su necedad de ir a Europa. A veces el avance personal no depende meramente de lo económico, sino de aguantar donde uno está, de fajarse con quienes te han dado mucho y no traicionar. Porque lo primero que siempre provoca una reacción en sentido inverso es usualmente lo que decimos.

martes, 9 de marzo de 2010

Final Fantasy Sucks (Y acerca del gameplay)

Ahí. Lo dije y no me arrepiento.

Mi boletín de X Box me acaba de avisar que el lanzamiento HOT (así de "Debes comprar esta shite pero ¡YA!") del mes es Final Fantasy XIII, y francamente, no tenía ni idea de que hoy lo iban a lanzar. Al contrario del día que salieron a la venta Modern Warfare 2, FIFA 10, Mass Effect 2 o incluso The Beatles Rock Band, yo no he escuchado comentarios de expectación por parte de la mayoría de mis amigos gamers. Y la razón es sencilla: la serie de Final Fantasy NO son videojuegos verdaderos, en el sentido completo del término.

Todo el chiste de los Final Fantasy, de acuerdo a todos los nerds que he conocido que adoran fanáticamente la serie, es la historia y los personajes. Ahora bien, el medio por el cual un videojuego "narra" una historia no es a través de sus bonitas gráficas, cutscenes, cuadros de texto y demás, sino a través del gameplay. Sin este elemento clave, los juegos simplemente no son juegos.

Piensen en la serie de Zelda. El gameplay es la forma en que el jugador interactúa con el juego para que éste a su vez lo sumerja en los elementos narrativos y estéticos del juego. Todo el gameplay de la serie de Zelda está construido alrededor de la idea del "Ciclo del héroe" que se repite en variadas culturas alrededor del mundo y en diferentes medios narrativos. Todos estamos familiarizados con este modelo de historia: un hombre joven (por lo general) vive feliz hasta que toma consciencia de su destino como posible salvador y emprende un viaje de descubrimiento y crecimiento personal que lo llevará a realizar grandes hazañas y cumplir su destino, conociendo a personajes que pueden ayudarle o no, hasta enfrentar a su némesis.

Pero, yendo más allá con la definición de "héroe", Kant propone que éste es alguien cuya moral no le permite poner ojos ciegos al sufrimiento de los demás. El Héroe Kantiano trabaja cada día, con todas sus fuerzas por lograr cambiar su mundo, por la gente que vive en él, y cambiando sus vidas. En ese sentido, la ya mencionada serie de Zelda es ejemplar: No sólo en su guión (si, hasta los videojuegos tienen), sino en la manera en que éste es contado, y cómo el jugador experimenta el crecimiento de Link. En el mejor sentido Kantiano, no sólo se dedica a eliminar monstruos y hechiceros malignos: él trabaja activamente en cada lugar que visita resolviendo pequeñas "empresas", sin necesidad muchas veces de usar su espada o combatir. El juego, a través del gameplay, enseña que un héroe no sólo se dedica a las grandes hazañas, sino que su sentido ético hace que hasta lo más pequeño o insulso sea importante para él, si es en beneficio de la gente que vive en su universo... y haciendo que el jugador participe de esas ocasiones "jugándolas".

Muchos argumentarán "¡oh hey pero los Final Fantasy igual hacen eso!". Lo hacen simplemente en un nivel de lo que cuentan, pero no cómo lo cuentan. El gameplay en todos los Final Fantasy es básicamente igual (y, por extensión, a todos los RPG's de este estilo) y por eso no pasan de ser productos para un mercado muy específico. No son videojuegos reales en el sentido de que, fuera de que se JUEGAN en una consola, podrían lo mismo hacerse sobre una tabla o emborrachándose y pretendiendo que uno es Cloud. Poner órdenes de texto para combatir o realizar acciones no es construcción de narrativa a base de gameplay, es poner comandos en lo que es, de otra forma, una cinta interactiva.

Comparen eso con Fall Out, con una narrativa abierta que enfatiza los aspectos de exploración, decisión moral ambigua (el "héroe" de Fallout puede seguir el ideal Kantiano o ser simplemente un antihéroe, o un "villano") y el crecimiento de habilidades que experimentamos a través del gameplay. Éste es un concepto difícil de entender, pues mucha gente piensa que sólo se reduce a la "jugabilidad". Sin embargo, tal como la forma y el color para la pintura, el montaje de escenas en el tiempo en el cine, o el ritmo, entonación y voces en la literatura, es la verdadera materia prima de la narración en los videojuegos, los cuales, por otro lado, a pesar de tener (algunos) una "historia" o guión que seguir, son en realidad una forma de "narrativa emergente", donde el jugador reconoce dentro de una trama general momentos donde ÉL es dueño de cómo esa historia se desarrolla, con sus pequeñas experiencias catárticas que pueden incluso no tener nada que ver con el objetivo principal del juego. Igualmente, por eso en la serie de Grand Theft Auto lo mismo podemos dedicarnos a acabar el juego o a causar pura destrucción sin sentido: en ambos casos hay una cuestión catártica y de experimentación de sensaciones, pensamientos y conceptos que no son tan diferentes en ese sentido a lo que nos provocan otras formas de expresión.

Los Final Fantasy carecen de todo eso. Son populares entre gente que les gusta una historia fácil y que les dé todo en bandeja de plata, con poco esfuerzo para pensar. Sus personajes son ALTAMENTE estereotipados y no representan ningún avance en cuanto al manejo que otros juegos hacen de ellos, puesto que el usuario sabe exactamente que esperar y que sentir moral y estéticamente de ellos, y no hay nada arriesgado, meritorio y mucho menos artístico en una serie cuyas mayores virtudes siempre han sido la música y sus bonitas gráficas, y para los que leen esto, es hora de aprenderlo bien: un videojuego no es lo que ves en pantalla, sino cómo interpretas y manipulas lo que pasa en ella, que no es más que una interfaz, tal como lo son las páginas de un libro, la pantalla de un cine o la piedra de un edificio.

lunes, 8 de marzo de 2010

No aprender

Acaban de decir en History Channel algo que todos deberíamos reflexionar: cualquier líder que se marca a sí mismo como un enviado de la providencia a salvar a su gente, que esgrime una especie de "misión divina y moral" para acabar con los enemigos internos y externos del estado como base para entablar "guerras santas" plenamente justificadas no es algo realmente bueno para la gente.

Todos recordamos a George Bush, invocando un derecho divino y "estar en el lado de Dios" para iniciar su campaña mundial contra el terrorismo, atribuyéndose después el diabólico derecho de atacar cualquier país sospechoso de albergar a los cuates de Bin Laden. O, en el otro espectro continental, ideológico y económico, a Hugo Chávez proclamando un "Socialismo Cristiano" que no tiene nada de diferente al poder absoluto que tenían los monarcas europeos, sólo vestido con los últimos harapos del ideario stalinista y el culto al "hombre fuerte", tan arraigado en América Latina.

Felipe Calderón, sin ser tan espectacular, o no dar pruebas evidentes de estar delirando, ha estado lentamente dando signos de cuál es su verdadera educación política e intelectual. Empezó una guerra absurda, innecesaria y violenta, basada meramente en conceptos bastante maniqueos, y alejada de las razones sociales, políticas y hasta geográficas (Hello USA!) detrás de la problemática a atacar. Lo peor es que esta guerra, como todas las iniciadas como un método para "purgar lo malo de la sociedad" no distingue entre los "malos", los "buenos" y los que simplemente no les importa nada más que dedicarse a lo suyo tranquilamente.

Al igual que cualquier gobernante absolutista, Calderón pregona un nacionalismo (paréntesis: ¿vale la pena festejar el bicentenario con tanta pompa cuando ochenta y cinco por ciento de la gente que conozco dice que se iría de aquí a la primera?) que busca inflamar en los más ignorantes un amor por México sin formar una mentalidad crítica acerca de su funcionamiento como sociedad. La censura y los ataques a la prensa son golpes comunes en un país tan desinformado como China, y sin necesidad de aplicar las draconianas medidas de allá. Mantener a un pueblo ignorante, sumido en la creencia cristiana (y muy, pero muy panista, oigan su retórica y vean los anuncios que cuelgan por todos lados) que ésta es una tierra privilegiada por Dios, es una costumbre que se forjó desde el término de la Revolución, y que la extrema derecha ha mantenido viva con la ayuda de gente ignorante y desempleada, atenida a "lo que designe la providencia". Forja alianzas con los que antes fueron enemigos, convirtiéndolos y absorbiéndolos como lo hacía Franco, eliminando de forma insidiosa y efectiva cualquier forma de oposición organizada, y haciendo que la gente pierda la confianza en los partidos y el sistema político en general en que vivimos. Y eso, sin mencionar las recientes alianzas con la iglesia para establecer "Capellanías" en cuarteles militares, hospitales y escuelas... ¡en una nación laica!

Y luego se preguntan porque nuestra ciencia y tecnología están como están.

No aprender es una costumbre que hemos tenido desde que supuestamente nos gobernamos a nosotros mismos. Estamos tan habituados a ella, que ya olvidamos que hace cinco meses estábamos todos encabronadísimos por el alza a los impuestos. Olvidamos que la supuesta transición democrática está sembrada de dudas. Olvidamos a nuestras más grandes y valiosas mentes, convaleciendo avejentadas como símbolos de una lucha perdida o exiliados autoimpuestos hartos de que en su tierra se privilegie la cultura de la tranza, de la ignorancia, la estulticia y el favoritismo. Estamos habituados a criticar al dueño de la mano que señala, y cerrar los ojos a la dirección en que apunta el dedo.

Algo tiene que cambiar aquí. Algo tiene que moverse. Algo que suponga, por fin, conocer la auténtica libertad que otorga la capacidad de manejar nuestros destinos sin sentirnos oprimidos por las tenazas de la ignorancia, la violencia, la corrupción y el fascismo clandestino que hemos conocido por tanto, tanto tiempo.

sábado, 6 de marzo de 2010

Oscaritos

Cuando ganó Heath ledger el Oscar al mejor actor por interpretar al Joker en Dark Knight, debo confesar que me emocioné. Sin embargo, no es la clase de emoción que sientes al ver al equipo que le vas ganar el campeonato, o cuando acabas un trabajo bien hecho y los demás te lo reconocen. Fue simple emoción nerdosa de ver que el mito de Batman es lo bastante poderoso y duradero como para garantizarle un reconocimiento póstumo a uno de los mejores actores de su generación

Como sea, hace mucho que no entiendo cuál es la expectación cada año. De chamaco me emocionaba ver la ceremonia, como ya dije, con el morbo de ver lo inalcanzable. En 1994, yo ya había visto en video tanto Pulp Fiction como Forrest Gump. Me gustaba Forrest Gump (hey, era un escuincle, y a todos los escuincles les gustan las historias "bonitas"), pero ver Pulp Fiction en VHS me cambió la vida. No la entendí en su momento, pero DEMONIOS tenía todo: sangre, risas, diálogos excelentes, tomas geniales, y la música ruleaba. Y Forrest Gump, bueno... es una película bonita, revisionista de la historia de los gringos y etc etc etc.

Escribo este rant medio incoherente porque, como todos saben, mañana es noche de Oscares. Y, en estos meses, hemos visto la campaña mercadotécnica por Avatar, que según algunos les ha cambiado la vida, a pesar de ser "same ol' shit, this time in 3-D". He escuchado a gente que considero inteligente y crítica decir que vale la pena verla simplemente porque "se ve preciosa". Y, regresando a la campañita que se ha hecho a su favor, muchos críticos dicen "va a cambiar la forma de hacer cine" sin decir específicamente porqué. Tal vez no vieron Toy Story hace diez años.

Si ganase Avatar, sería la seña inequívoca de que el pesado de Peter Greenaway tiene razón: el cine ha muerto. La gente ya no va al cine a ver una pelicula, sino videojuegos escapistas (y lo peor, que NO SE PUEDEN JUGAR) cuyo mayor mérito es que tienen gráficos más avanzados que un PS3. Un movimiento mediático sin precedentes se ha encargado de poner a esta película completamente anodina en el mismo nivel de joyas del cine Pop como Star Wars, Raiders of the Lost Ark o la trilogía de Lord of the Rings. Y lo peor es que Cameron ya amenazó con hacer una serie de TV, libros, juguetes, y demás, cimentando el status de su cinta como una franquicia para la Generación Y, ambientalismo y multiculturalismo hipócritas incluido (me pregunto si alguien salió del cine pensando "demonios el imperialismo sucks" y no "OMG viste cuando volaban OMG se veía genial!"). La celebración de los que están acostumbrados al HD, al dolby digital y a una realidad tan "aburrida", "gris" y "sin emoción" que literalmente se darían un tiro si alguien los sentase a ver Citizen Kane, Casablanca o Happiness, por mencionar una movie en color.

Ya espero los rants acostumbrados en los comments (si es que dejan) pero sinceramente, que hueva los que salgan a defender Avatar. Les diré que sí, que su movie es muy bonita, adiós y muchas gracias por su opinión. Usted es de las personas que sólo puede aguantar ver una historia de indígenas siendo oprimidos cuando tiene un final feliz, estereotipa a toda clase de nativos como hippies abraza-árboles (que encima NECESITAN que llegue un forastero que se convertirá en el mejor de ellos, como es el sueño de todo colonizador) y pasa en otro planeta con el que no puede identificarse (ni siquiera existe) porque, demonios, es muy difícil hacer una movie en, ya saben, EL MUNDO REAL, donde BAD SHIT HAPPENS y por tanto, nadie debería estar interesado (como de verdad pasa).

Esto se alarga, y realmente sólo quería rantear hoy, porque neta, estoy harto de oír de Avatar. Gente diciendo las mismas cosas, una y otra vez, y en realidad, nadie se da cuenta que una película importante, del tamaño de Pulp Fiction hace diez y séis años, que REALMENTE cambie la forma de narrar películas y de entender la cultura de una época, porque el cine, a final de cuentas, es un arte narrativo, no ha salido. Y el mismo chiste no mejora sólo porque cada vez que lo cuentes lleves un traje diferente. Los Oscares deberían servir de pretexto para los cineastas en pensar cómo hacer que el cine siga siendo cine y no un escaparate para las capacidades de la última versión de Maya.

jueves, 4 de marzo de 2010

Vivir para siempre

Han sido casi siete meses desde que Oasis se separó, y no he dicho nada al respecto aquí fuera de comentarlo ocasionalmente con mis amigos, los cuales, conocedores de mi afición, me han preguntado ya algunas veces qué pienso de que se haya separado mi grupo favorito.

Bueno, que ya era hora.

No es que se estuviesen volviendo malos (los dos últimos discos son bastante buenos, sobre todo Don't believe the truth), pero la cuestión es que en esto de ser rockstar, hay como una medida de hasta qué punto tu actitud es congruente y después de ese es ridículo seguir manteniendo cierta clase de shows.

Los hermanos Gallagher nunca han querido ser Lennon o McCartney, a pesar de las constantes acusaciones en ese sentido. Al menos no comparten la visión estetizante de la música de McCartney, ni el radicalismo activista de Lennon. Hasta donde puedo ver, lo que más abrevaron de las Ola Inglesa (aparte, obviamente de su sonido) fue la actitud de rockstar juveniles, descarados y peligrosos.

Prácticamente cada delito en el libro del rockstar fue perpetrado por los Gallagher, en especial Liam. Desde el rockerísimo acto de destrozar un cuarto de hotel (Keith Moon es acreditado con la invención del numerito), la rivalidad entre hermanos (que hemos visto desde los Elverly Brothers hasta los legendarios hermanos Davies de los Kinks) y las sobadas agresiones a la prensa y a otros músicos. La trayectoria de Oasis es como un expediente delictivo juvenil aderezado por fama, dinero, rock n' roll y harta cerveza y cigarrillos.

Nunca me han caído mal, debo decirlo. Siempre me fascinaron las historias locas en torno a ellos que sacaban en MTV (cuando MTV se trataba de, ya saben, música), y el primer video que vi de Oasis tal vez sea el mejor que hicieron: "Stand By Me", del Be Here Now. A muchos les fastidian por infinidad de razones: son repetitivos, copiones, conformistas, payasos, violentos, borrachos, malos músicos, etcétera etcétera etcétera... y aunque muchas de esas cosas tinen un trasfondo de razón, me parece que simplifican las cosas demasiado. ¿Quién no puede oir "Live Forever" y pensar que ese es el sueño de todo rockstar (y, por ende, de 95% de los hombres y 60% de las mujeres)?

Me dan hueva los grupos que se eternizan en sus roles autoimpuestos como "salvadores" o "símbolos" del rock. Estoy hablando de U2 y su fama basada en monstruosos shows y en lo que la consciencia de Bono esté ocupada en ese momento particular de la semana. Estoy hablando de los Rolling Stones entonando sus viejos himnos sesenteros y despojándolos de su valor icónico al traslaparlos con su irónica imagen de dinosaurios sagrados. O del mismo Paul McCartney dejando a un lado su enorme sensibilidad y talento para la composición y la melodía (seriamente, es uno de los mejores músicos en la historia del rock) para refugiarse en las seguras aguas de la complacencia y el reciclaje.

Oasis rara vez innovó algo, su música tiene altibajos notorios de un disco a otro, y se puede incluso argumentar que su meteórico ascenso a la fama en los noventa fue el resultado de muchas circunstancias afortunadas (principalmente, una fuerte dosis de "estar en el lugar correcto en el momento preciso"), pero dejaron un legado importante de cualquier forma, y yo me considero afortunado de haberlos visto dos veces en vivo, y de haber presenciado los años en los que la prensa los consentía llamándolos "la mejor banda del mundo", tal vez porque ellos mismos lo decían, conscientes de que no hay sueño más corto que el de un músico con guitarra eléctrica, e hicieron todo lo posible por que ese sueño se prolongara con su actitud, sus discos y finalmente, retirándose antes de convertirse en una broma.

So, Live Forever. And don't look back in anger.

lunes, 1 de marzo de 2010

Zinedine Zidane

Zinedine Zidane, el mejor jugador que he visto en mi vida, dijo que moriría antes de pedir perdón por su cabezazo a Materazzi, ya que los insultos de éste hacia su mamá son del tipo que no se perdonan etc.

Sólo quería decir, que independientemente de lo que piensen del perdón o no, al menos deben aceptar que Zidane es us personajazo congruente en sus acciones y declaraciones. El tipo es uno de los diez mejores de la historia, fácil. Siempre ha sido un ejemplo tanto en el campo como fuera de él, conocido por sus acciones de beneficiencia. La única ocasión que se le ha visto perder la cabeza es ese famoso cabezazo contra Materazzi. ¿Porqué habría de arrepentirse, entonces, si ha sido tal vez una legítima forma de reaccionar al grado de insultos del italiano?

Hay gente que está acostumbrada a cometer idioteces seguido y tiene que andar luego pidiendo disculpas que suenan vacías (p. ej. la cantidad de beisbolistas que han salido con lo de los esteroides), pero yo creo que un hombre es libre de permitirse un genuino estallido y ganarse el derecho a no disculparse, y mantenerse en su postura.

Y si he escrito puras cosas de fútbol aquí últimamente, es porque acabo de leer a Galiano y en serio que el fútbol ilustra muuuuuuuuuuuchas cosas en la vida.