Renovarse. Explotar. Morir. Nacer.
Células. Sangre. Mitocondrias. Semen. Óvulos. DNA.
Francis Crick se cagaría en los pantalones al ver que todo esto gira dentro de nosotros, un cóctel peligroso y suicida, provocado por una persona. Por esa sóla persona.
Aunque pensándolo bien, todo se reduce a átomos de cualquier manera, así que las explosiones y las muertes y las víctimas y las cicatrices y atrocidades y todo lo que se olvida en el camino es sólo el resultado de nuestra propia necesidad de perpetuidad. Continuidad a través de la destrucción.
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