lunes, 24 de agosto de 2009

Mitología

Según cuenta la leyenda de los aztecas, Tezcatlipoca (dios de la noche, la guerra, la hechicería y otras cosas igual de divertidas) se enamoró de una princesa llamada Mayahuel. La abuela de ésta, como casi todas las abuelas a lo largo de la historia, pensó que el dios era realmente poca pieza, sin mencionar que estaba casada con Patecatl, una deidad relativamente de poco fuste. Tezcatlipoca, ante tal desmadre, hizo lo que cualquier hombre hace en una situación así: básicamente huyó con la susodicha. La abuela los persiguió con una insistencia digna de Andrés Manuel tras la silla presidencial que Mayahuel hizo algo muy extremo: se convirtió (así nomás) en árbol. La abuela, conociendo las mañas de las que se valen tradicionalmente los nietos cuando hacen alguna trastada, descubrió el engaño y, siguiendo con la tradición de decisiones extremas para casos extremos, decidió convertir en leña a la chica, y no por magia, sino a la usanza tradicional (hachas de obsidiana). De esta forma, y echando por tierra todas las ideas que tenemos sobre la reproducción asexual en organismos superiores, cada trozo de Mayahuel (400 para ser exactos, así que la lección aquí es DON'T FUCK WITH GRANDMA) se convirtió, por bipartición, en un retoño de Maguey, los primeros que existieron. Tezcatlipoca, claramente un tipo que sabía echar fiesta, decidió que una esposa planta podría ser igual de divertida que una de carne y hueso y desposó cada cachito, lo cual es un eufemismo para decir "hizo alcohol de cada uno de los pedazos de la mujer de la que estaba enamorado".

Pero sólo se pone más estrambótico a partir de aquí...

Tezcatlipoca, que la traía jurada contra Quetzalcoátl por echarle a perder ya muchas parties, decidió que ya había tenido bastante del barbón anti-sacrificios. Usando la savia del Maguey (o la sangre de cada una de sus "Mayahueles", si nos apegamos irrestrictamente a los hechos), le puso a Quetzalcoátl tal borrachera que literalmente lo tiró bajo la mesa. Pero eso no es todo. Al igual que muchos adolescentes, la primera borrachera de Quetzalcoátl lo puso, dígamos, "ganosón", por lo cual decidió que sus votos de castidad eran una ridículez digna de Pro-Vida y emulando a Casanova, se estrenó con un par de voluptuosas aztecas (no nos consta que haya sido un par pero vamos a suponer que estos tipos eran auténticos Pimps). La cruda que tenía al día siguiente (sin mencionar lo que haya publicado la prensa de esos dias) lo hicieron sentir tanta vergüenza de sí mismo que (sorpresa sorpresa) decidió exiliarse, no sin antes prometer regresar algún día, tal vez cuando haya encontrado un alcohol lo suficientemente fuerte como para tumbar a Tezcatlipoca... y dando pie a la conocida anécdota de que los aztecas confundieron a Cortés con Quetzalcoátl cuando éste llegó a México, aunque ésta sea refutada hoy por los historiadores serios.

Sólo me queda decir que si se juntaran a beber Tezcatlipoca, Dionisios y Thor, tal vez hasta Jesucristo decidiría irse al exilio ante la evidente superioridad en resistencia alcohólica...

...o tal vez decida que los peces sean una pérdida de tiempo y lo que todos necesitamos, después de todo, es una buena copa de algo, multiplicada todas las veces que se pueda. Lo que suceda primero.