viernes, 26 de marzo de 2010

Rant de cine: Inglourious Basterds

Una razón por la que no había visto esta película hasta ahora es que me he dado cuenta que, aún siendo cinéfilo (whatever that shit means these days) es que le he perdido el gusto al ir a una sala de cine. No malinterpreten esto: sigo disfrutando sentarme en la oscuridad y ver una pantalla gigante. Sólo es que todo lo que rodea a eso ha perdido su encanto para mi, al grado de llegar a arruinar la experiencia. Gente idiota hablando, precios ridículos, con la oferta incluida para los crédulos entre IMAX, 3-D o como aqui en el changarro que está enfrente (Perichuchu) que hasta tienen para mojarte y shites. Y es que ver cine en casa tiene sus ventajas. Puedes hacerte tus palomitas a tu gusto, poner pausa para ir al baño, y la gente que está al lado haciendo comentarios tontos al menos está relacionada contigo de alguna forma.

Anyway, rants estilo Scrooge McDuck para otro día. Vi Inglourious Basterds. LA (enfásis musical) movie de Tarantino. Death Proof no la vi porque, sinceramente, la premisa se me hace muy salida, aún para él. Sin embargo, desde los tiempos de Kill Bill, con la información filtrada en Internet, ya pensaba yo que la idea básica de Basterds era muy buena: una especie de homenaje al cine bélico clásico, que tuvo a algunos de los actores más badass de todos los tiempos en sus cintas: Charles Bronson y Steve McQueen (The Great Escape), Sean Connery y Michael Caine (A bridge too far), Anthony Quinn y Gregory Peck (The Guns of Navarone) pero sobre todo, el gran Lee Marvin en el súper clásico The Dirty Dozen.

Inglourious abreva de todas estas cintas (y del cine bélico europeo también) en el sentido que sabemos todos cómo se aplica ese verbo a una película de Tarantino. Siempre mejor guionista que director (aunque yo sostengo que un guión de Tarantino sólo lo puede dirigir Tarantino, de cualquier forma) l'enfant terrible no niega su escuela: ahi está la misión suicida, los británicos graciosamente correctos en medio del caos, el comando de expertos y/o desesperados (badass silencioso y efectivísimo para matar nazis incluido), las emboscadas espontáneas, las vueltas de tuerca inesperadas y cero credibilidad histórica, aunque creo que en este caso todos esperábamos eso.

Inglourious Basterds funciona gracias a eso. Su guión está construido cuidadosamente para NUNCA darle al espectador lo que espera, aunque en este caso funciona bajo la premisa que explica Poe a través de Dupin en el cuento "La Carta Robada": lo más evidente es generalmente lo que más pasamos por alto. Los momentos de suspenso se alargan de forma inteligente a través de los diálogos, siempre la especialidad de Tarantino. El espectador espera los desenlaces clásicos, heroicos o trágicos, y a cambio recibe una cachetada de scriptwriting cada 10 minutos. En una escena en particular esperamos la aparición de un artilugio horrible y aparece el más prosaico de los objetos de uso personal. Esperamos el éxito de uno de los tantos planes e improvisaciones desesperadas que hacen los protagonistas para descubrir que tenía necesariamente que haber alguien que lo eche a perder todo. Y lo mejor es que a la manera de las historias de detectives, Tarantino nos da todas las pistas para que adivinemos el desenlace de cada situación en particular. Sin embargo, el espectáculo visual es tan bueno que sólo nos dejamos llevar.

Y es que al fin, al menos por momentos, hay un gran estilo en la dirección que roza, algo paradójico en Tarantino, una originalidad sorprendente. Ésta no es, en mi opinión, la Segunda Guerra Mundial a través de los ojos de Tarantino: es la mejor ficción popular de ese hecho histórico remixeada; un asalto sensorial efectivo y bien hecho, donde el director incluso se da el lujo de usar (y homenajear) diferentes estilos para cada una de las tramas principales. La historia de Soshanna es tremendamente europea en su concepción, haciendo guiños a la tan amada (al menos por Tarantino) Nouvelle Vague, pasando por la Nueva Ola Checa y el cine de propaganda germano. Es clásica, elegante, aunque en mi opinión carente de un fuerte componente emocional. Kill Bill tuvo un personaje vindictivo memorable en The Bride. Con Shosanna no hay nada de eso, y a lo largo de la cinta, a pesar de la brillante actuación de Mélanie Láurent, lo único que mantiene vivo el interés en su historia es la espera por la consumación de su venganza, con un plan que, dicho sea de paso, nace de la casualidad, en contraposición al recorrido que hace -de nueva cuenta- The Bride.

La historia de los Basterds es diferente en estilo. Mucho más "tarantinesca", el espectador realmente siente una conexión con estos personajes, si no por su realismo (inexistente) o su origen, al menos sí por su imparable chingonez. Los judíos, para quien no ha visto Munich, no ha oído hablar del Krav Maga o la Mossad, o siquiera haya abierto un libro de historia, son la gente más cabrona del mundo cuando los provocan, y todos sabemos que la especialidad de Tarantino es retratar gente cabrona haciendo cosas cabronas. La ya famosa escena de los batazos hace que Tarantino se imponga un nuevo estándar al retratar la violencia exagerada, encontrado al fin un punto medio entre lo absurdo y estrambótico y lo realista y grotesco. Los nazis (cuya "trama" ocurre principalmente dentro de la historia de los Basterds) son también representados de esta forma, destacando especialmente (entre los personajes históricos) la interpretación de Goebbels, cuya fama de "Don Juan" ridículo es mostrada de forma auténticamente caricaturesca, con los giros, ajustes y exageraciones necesarios para que encaje en la narrativa típica del director.

Sin embargo, el nazi que se roba el show es el Coronel Hans Landa. Es el villano que a todo mundo le gusta ver, onda Joker. Culto, inteligente, psicópata, cómico en el sentido absoluto del término, es el verdadero protagonista de la cinta. En una cinta llena de personajes exagerados, él es el más humano, siendo los giros y actitudes del personaje tan peligrosamente sorpresivos, intrigantes y azarosos que uno no puede pensar un robot estereotipado detrás de su concepción. Justo como Jules Winfield, Landa sin ser el prota, se roba toda la cinta.

Y ahora que traemos a colación a Pulp Fiction, tal vez pensarán que, para mi right here right now, ya con algunas cosas buenas dichas acerca de Inglourious Basterds, es si bien no la segunda llegada del Mesías, al menos si una muy buena película.

Bueno, el clímax APESTA.

Me refiero al momento que estamos esperando toda la movie. El grand finale. La cereza del pastel. Cualquier otro remoquete hiperbólico para nombrar al momento en que se supone que la trama ata sus cabos sueltos. No importa que lo que siga dure cuarenta y cinco minutos más. Se trata más que nada de explicarle las cosas a los lerdos y ponerle punto a la narración. Y aquí, en una cinta que construye brillantemente una realidad paralela de una visión de por si artificiosa de la Segunda Guerra Mundial, el clímax es infantil, autocomplaciente y totalmente gratuito. Sí, es inesperado en cierto sentido (no quiero describir aquí el final por aquello de los spoilers), pero eso no significa que sea bueno, inteligente o ya de perdida lógico. Ya sé que pedir lógica en una cinta de Tarantino es idiota, pero , vamos, ¿era mucho pedir un clímax que no pareciera que pertenece a una película de los Almada?

No se que clase de comentarios despierte este rant (para mis usuales fans), pero no crean que ahora soy Tarantino Hater. Sólo es que yo realmente he crecido con el tipo, al contrario de muchos que vieron Pulp Fiction cuando tenían quince (pero hace cinco años) y ya se dicen sus fans de toda la vida (o más chistoso aún, "conocedores"). Para mi, el tipo ya no es sorprendente en el sentido adolescente del término. Y por eso creo que tengo el derecho a exponer razones para decir que noventa por ciento de Inglourious a pesar de su muy mal clímax, probablemente sería la tercer mejor cinta de Tarantino (Reservoir Dogs se ve ya muy, muy lejana) y vale simplemente por ser la primer cinta (puesto que ya se habia hecho esto en cómics, videojuegos, etc) que realmente aborda la guerra más horrible que el mundo haya tenido a partir de la óptica de la verdadera cultura pop. Si eso es bueno, malo o erótico, ya lo veremos después.

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