lunes, 8 de marzo de 2010

No aprender

Acaban de decir en History Channel algo que todos deberíamos reflexionar: cualquier líder que se marca a sí mismo como un enviado de la providencia a salvar a su gente, que esgrime una especie de "misión divina y moral" para acabar con los enemigos internos y externos del estado como base para entablar "guerras santas" plenamente justificadas no es algo realmente bueno para la gente.

Todos recordamos a George Bush, invocando un derecho divino y "estar en el lado de Dios" para iniciar su campaña mundial contra el terrorismo, atribuyéndose después el diabólico derecho de atacar cualquier país sospechoso de albergar a los cuates de Bin Laden. O, en el otro espectro continental, ideológico y económico, a Hugo Chávez proclamando un "Socialismo Cristiano" que no tiene nada de diferente al poder absoluto que tenían los monarcas europeos, sólo vestido con los últimos harapos del ideario stalinista y el culto al "hombre fuerte", tan arraigado en América Latina.

Felipe Calderón, sin ser tan espectacular, o no dar pruebas evidentes de estar delirando, ha estado lentamente dando signos de cuál es su verdadera educación política e intelectual. Empezó una guerra absurda, innecesaria y violenta, basada meramente en conceptos bastante maniqueos, y alejada de las razones sociales, políticas y hasta geográficas (Hello USA!) detrás de la problemática a atacar. Lo peor es que esta guerra, como todas las iniciadas como un método para "purgar lo malo de la sociedad" no distingue entre los "malos", los "buenos" y los que simplemente no les importa nada más que dedicarse a lo suyo tranquilamente.

Al igual que cualquier gobernante absolutista, Calderón pregona un nacionalismo (paréntesis: ¿vale la pena festejar el bicentenario con tanta pompa cuando ochenta y cinco por ciento de la gente que conozco dice que se iría de aquí a la primera?) que busca inflamar en los más ignorantes un amor por México sin formar una mentalidad crítica acerca de su funcionamiento como sociedad. La censura y los ataques a la prensa son golpes comunes en un país tan desinformado como China, y sin necesidad de aplicar las draconianas medidas de allá. Mantener a un pueblo ignorante, sumido en la creencia cristiana (y muy, pero muy panista, oigan su retórica y vean los anuncios que cuelgan por todos lados) que ésta es una tierra privilegiada por Dios, es una costumbre que se forjó desde el término de la Revolución, y que la extrema derecha ha mantenido viva con la ayuda de gente ignorante y desempleada, atenida a "lo que designe la providencia". Forja alianzas con los que antes fueron enemigos, convirtiéndolos y absorbiéndolos como lo hacía Franco, eliminando de forma insidiosa y efectiva cualquier forma de oposición organizada, y haciendo que la gente pierda la confianza en los partidos y el sistema político en general en que vivimos. Y eso, sin mencionar las recientes alianzas con la iglesia para establecer "Capellanías" en cuarteles militares, hospitales y escuelas... ¡en una nación laica!

Y luego se preguntan porque nuestra ciencia y tecnología están como están.

No aprender es una costumbre que hemos tenido desde que supuestamente nos gobernamos a nosotros mismos. Estamos tan habituados a ella, que ya olvidamos que hace cinco meses estábamos todos encabronadísimos por el alza a los impuestos. Olvidamos que la supuesta transición democrática está sembrada de dudas. Olvidamos a nuestras más grandes y valiosas mentes, convaleciendo avejentadas como símbolos de una lucha perdida o exiliados autoimpuestos hartos de que en su tierra se privilegie la cultura de la tranza, de la ignorancia, la estulticia y el favoritismo. Estamos habituados a criticar al dueño de la mano que señala, y cerrar los ojos a la dirección en que apunta el dedo.

Algo tiene que cambiar aquí. Algo tiene que moverse. Algo que suponga, por fin, conocer la auténtica libertad que otorga la capacidad de manejar nuestros destinos sin sentirnos oprimidos por las tenazas de la ignorancia, la violencia, la corrupción y el fascismo clandestino que hemos conocido por tanto, tanto tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario