jueves, 22 de octubre de 2009

Polilla

Revolotear sin rumbo y sin derrota, al vaivén que marquen los fotones. No hay nada más bello que eso. Sentir la caricia de la luz, intoxicarse en la frágil danza de cortejo y olvidarse de que allá afuera, donde la oscuridad reina, se ha perdido el eje del universo y de las razones.

La Polilla es atraída a la luz, a la serena tibieza de la flama. Puesto que sus alas no son de cera, son los únicos seres que tienen permiso para consumirse voluntariamente en la errática y feliz agonía de marcar órbitas sobre el mismo cuerpo.

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